jueves, 27 de mayo de 2010
Guión El Árbol
ÉL ARBOL
Personajes:
- El hombre
- La muchacha
- La sirvienta
- Bob
Entra en escena la muchacha y golpea la puerta de la casa de los Risi. Le abre la puerta un hombre de paisano, un poco mulato y la obliga a entrar. El mismo la palpéa.
Hombre: Limpia. Ahora abra el bolso.Muchacha: ¿El bolso?Hombre (con tono irónico): Sí, doctora. ¡El bolso!
Hombre: (sacando del bolso unos papelitos celestes.) ¿Y esto?
Sirvienta: No, ya le dije. Los trajo ayer a casa. No sé dónde está. Ya le dije. No avisó por teléfono ni lo vi. Ya le dije. No sé dónde está. Ya le dije.
Hombre (dirigiéndose a la muchacha.): Y usted ahora se va al jardín con el mocoso; y nada de macanas que no empezamos todavía.
La muchacha abre la puerta vidriera y sale al jardín. Aparece en escena Bob, sentado en el piso.
Bob: Traé la pelota que está allá en el fondo.
La muchacha agarra y tira la pelota al niño y el niño a ella, y así sucesivamente, se ríen los dos. Ahora se oía a la sirvienta de los Fide, gritando, llorando.
Sirvienta (desde lejos): No sé. Ya le dije. No sé nada.
Se escucha el golpe de un bofetón y un insulto. El niño continúa ignorante y se ríe, ella sonríe, lo mira, la pelota va y viene, rueda brillosa y alegre sobre la tierra y el pasto.
Los dos sienten que no hay en el mundo otra cosa que el jardín, el vaivén de la pelota, la alegría del niño a cuyos padres están matando en otro lejano inimaginable lugar, país, continente. Sigue jugando con el niño, siente que la pelota le golpeaba la barriga, lanzarla de vuelta. Ambos quedan apartados del tiempo, nunca rozados por la suciedad del mundo.
Personajes:
- El hombre
- La muchacha
- La sirvienta
- Bob
Entra en escena la muchacha y golpea la puerta de la casa de los Risi. Le abre la puerta un hombre de paisano, un poco mulato y la obliga a entrar. El mismo la palpéa.
Hombre: Limpia. Ahora abra el bolso.Muchacha: ¿El bolso?Hombre (con tono irónico): Sí, doctora. ¡El bolso!
Hombre: (sacando del bolso unos papelitos celestes.) ¿Y esto?
Sirvienta: No, ya le dije. Los trajo ayer a casa. No sé dónde está. Ya le dije. No avisó por teléfono ni lo vi. Ya le dije. No sé dónde está. Ya le dije.
Hombre (dirigiéndose a la muchacha.): Y usted ahora se va al jardín con el mocoso; y nada de macanas que no empezamos todavía.
La muchacha abre la puerta vidriera y sale al jardín. Aparece en escena Bob, sentado en el piso.
Bob: Traé la pelota que está allá en el fondo.
La muchacha agarra y tira la pelota al niño y el niño a ella, y así sucesivamente, se ríen los dos. Ahora se oía a la sirvienta de los Fide, gritando, llorando.
Sirvienta (desde lejos): No sé. Ya le dije. No sé nada.
Se escucha el golpe de un bofetón y un insulto. El niño continúa ignorante y se ríe, ella sonríe, lo mira, la pelota va y viene, rueda brillosa y alegre sobre la tierra y el pasto.
Los dos sienten que no hay en el mundo otra cosa que el jardín, el vaivén de la pelota, la alegría del niño a cuyos padres están matando en otro lejano inimaginable lugar, país, continente. Sigue jugando con el niño, siente que la pelota le golpeaba la barriga, lanzarla de vuelta. Ambos quedan apartados del tiempo, nunca rozados por la suciedad del mundo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)